BLOGGER TEMPLATES AND TWITTER BACKGROUNDS

domingo, 13 de febrero de 2011

No era la primera vez que se escapaba de casa, resultaba demasiado fácil abrir la ventana, subir al tejado y bajar por un árbol que había junto a la casa. Trepar tampoco le costaba nada. Aunque , tras mucho sopesarlo, decidió abstenerse de llevar falda, pues le podía dificultar la bajada por el árbol; así que se puso unos pantalones estrechos, un poco más amplios en los muslos . Era como si la arrastrase una gran ola a la que ni podía ni quería oponer resistencia. Sentir una atracción tan fuerte por alguien la aterraba tanto como la complacía, y comprendió que los enamoramientos pasajeros que antes hubo tomado en serio no eran más que juegos de niños.
Durante las muchas horas de pensamiento a las que se había dedicado desde aquella mañana, tuvo la claridad suficiente para comprender que era su añoranza del fruto prohibido la responsable en buena parte del ardor que experimentaba. Pero, con independencia del porqué, allí estaba el sentimiento y ella no tenía costumbre de negarse nada a sí misma, y desde luego, no empezaría en ese momento. En realidad no tenía ningún plan. Sólo la conciencia de lo que quería y de que lo quería ya, a cualquier precio. Nunca se ocupaba de las consecuencias y las cosas siempre tendían a solucionarse, al menos para ella, de modo que ¿ por qué no  iban a hacerlo también para este caso? . Ni se le pasó por la cabeza la posibilidad de que él no la quisiera. Aun no había conocido a un solo hombre capaz de mantenerse indiferente ante ella.Los hombres eran como las manzanas; ella solo tenía que extender el brazo para conseguirlos, por mucho que estuviese dispuesta a reconocer que aquella manzana entrañaba algo más de riesgo que las demás. Incluso los hombres casados a los que, sin que su padre supiera jamás, había besado y en algunos casos incluso permitido que fuesen más lejos, resultaban más seguros que el hombre con el que se disponía a encontrarse. En efecto, todos ellos pertenecían a su misma clase social, y si bien en un principio habría sido un escándalo que se conocieran sus encuentros y citas con alguno de ellos, se habría juzgado con cierta indulgencia casi de inmediato.
Pero un hombre de clase trabajadora... Eso no se le había ocurrido a nadie. Sencillamente, esas cosas no sucedían. Sin embargo, ella estaba harta de los hombres de su clase. Pusilánimes, sosos, de mano blanda y voz chillona. Ninguno de ellos era hombre del modo en que lo era aquel al que había conocido por la mañana. Se estremecía sólo con recordarlo. No le fue fácil averiguar dónde vivía, menos sin levantar sospechas. A pesar de ello, consiguió la dirección echando una fugaz ojeada a las nóminas en un momento en que nadie la veía, y después, supo cuál era su habitación mirando discretamente de ventana en ventana .

0 Salidas de tono.: